Acepté.
Quizá porque no veía otra salida, quizá porque una parte de mí quería castigar a Damon de la misma forma en que él había destrozado mi corazón. Quizá simplemente porque estaba harta de huir y fingir que no me dolía todo esto.
Acepté el trato con Liam.
Y lo peor es que, mientras volvía a la mansión, me sentía vacía. Como si el alma se me hubiese ido con esa decisión. Como si algo en mí supiera que ya no había marcha atrás.
Cuando llegué, la casa estaba en caos. Guardias por todas partes. Damon estaba allí, en medio del hall, con el rostro descompuesto, gritando a los hombres que me buscaran por toda la ciudad. Cuando sus ojos me encontraron, corrió hacia mí, desesperado.
—¡Anel! ¡Dios, Anel, pensé que te habías...— Su voz se quebró. —¿Dónde estabas?
—Tuve que salir... No podía quedarme después de lo que pasó.
—¿Qué fue lo que pasó, Anel?
—Camille —susurré. Las lágrimas ya me temblaban en las pestañas—. ¿Está viva?
Una sombra cruzó su rostro, luego apartó la mirada y suspiró.
—S