Una semana.
Siete amaneceres en los que desperté en la misma mansión que Damon. Y aún así, él y yo seguimos a kilómetros de distancia. Sus ojos me buscan, pero sus labios ya no me rozan. Sus manos ya no se aferran a mi cintura como antes. Y cada vez que intento acercarme, él simplemente se aleja. Como si el amor doliera más que el odio.
Pero hoy... hoy todo cambia.
Hoy me caso con el hombre que me partió el corazón y, al mismo tiempo, lo mantuvo latiendo. Hoy dejo de huir, dejo de pensar, dejo de esperar. Me convierto en su esposa otra vez. Y no por un papel. No por una estrategia. Sino porque elijo quedarme. Con él. Con Damon.
—Estás lista, señorita Anel —dice la sirvienta mientras acomoda la cola del vestido.
Asiento frente al espejo.
No puedo dejar de mirar mi reflejo. El vestido blanco cae como una cascada de seda sobre mi cuerpo. Es ceñido en la cintura, con detalles en encaje y una espalda descubierta que me hace sentir tan poderosa como vulnerable. Es el vestido de mis sueños,