**CAMILA**
Y entonces su voz me envuelve: grave, baja, tan cercana que me eriza hasta el alma.
—¿Segura de que quieres entrar, Camila?
La pregunta se suspende en el aire como una provocación, como si supiera que ya no tengo escapatoria. Trago saliva, incapaz de pronunciar palabra, y me limito a asentir. Mi cabeza dice que estoy aquí para enfrentar lo inevitable, pero mi cuerpo… mi cuerpo responde a otra cosa.
Cruzo el umbral con las piernas temblando, por dentro el corazón golpeando como un tambor descontrolado. Cada paso es un avance hacia un precipicio, y lo sé. Estoy consciente de que, si caigo, no habrá red que me salve.
La suite me recibe con su esencia inconfundible. Ese aroma mezcla de madera, jabón fresco y su perfume personal, un olor que me persigue desde siempre, se adhiere a mi piel como un recuerdo imposible de borrar. Inspiro hondo y de inmediato me arrepiento: me siento vulnerable, como si inhalarlo fuera rendirme.
Camino despacio, observando cada rincón, cada detalle q