**LEONARDO**
El mediodía se levanta frente a mí como un recordatorio cruel. La ciudad sigue su curso, ajena al infierno que arde dentro de mí. Desde el balcón de la suite, observo cómo el sol intenta abrirse paso entre las nubes, pero ni siquiera él puede alumbrar del todo este día maldito. El aire es frío, pesado, casi hostil… como si también cargara el peso de lo que está por venir.
Cada respiración me duele. Los golpes todavía laten bajo mi piel, pero el verdadero dolor no está ahí. Está en la certeza que me carcome: Camila y Carter están allá afuera, en manos de un monstruo que comparte mi sangre, mi apellido.
El viento agita las cortinas con violencia, como si quisiera arrancarlas. Cierro los puños con fuerza, sintiendo los nudillos crujir. Cada pensamiento, cada intento de razonar, me lleva al mismo punto: tengo que rescatarlas. No importa el precio. No importa si tengo que quemarlo todo para lograrlo.
Escucho pasos detrás de mí. No necesito girar para saber quién es. La voz de