El aire se sentía diferente. Cargado. Como si la casa entera estuviera conteniendo la respiración. Aurora sintió cómo cada célula de su cuerpo respondía a la energía que la rodeaba, su instinto gritándole que el peligro no estaba lejos.
Alexander seguía junto a ella, su mirada firme y calculadora, su arma lista para cualquier eventualidad. El mensaje de Halcón 2 resonaba aún en sus oídos: “Creemos que están evaluando su entrada.”
Era solo cuestión de tiempo.
Aurora no sabía si el miedo que sentía era por la posibilidad de que los aliados de Ricardo pudieran entrar en cualquier momento o por lo que acababa de suceder entre ella y Alexander.
La tensión entre ellos ya no podía ser ignorada, no después de la manera en la que la había mirado, de cómo la había sujetado con fuerza, con una necesidad silenciosa de protegerla.
—Tenemos que movernos —dijo Alexander finalmente, su voz baja y controlada.
Aurora lo miró, su respiración aún temblorosa.
—¿A dónde?
—A una zona más segura