Aurora estaba sentada en el sofá del despacho, con una taza de té entre las manos, mientras observaba a Alexander revisar algunos documentos en la mesa frente a ella. Había algo diferente en el ambiente, algo que no necesitaba ser dicho en palabras. Era la forma en que sus miradas se encontraban, la manera en que sus gestos parecían más naturales, más cercanos.
Alexander levantó la vista de los papeles y la miró, una leve sonrisa asomando en sus labios. —¿Qué estás pensando? —preguntó, su tono más suave de lo habitual.
Aurora dejó escapar una pequeña risa, bajando la mirada hacia su taza. —En todo. En cómo llegué aquí, en lo que ha pasado… en ti.
Alexander dejó los documentos a un lado y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre sus rodillas. —¿En mí? —repitió, su voz cargada de curiosidad.
Aurora asintió, levantando la mirada para encontrarse con la suya. —Sí. En cómo has estado a mi lado todo este tiempo, en cómo me haces sentir segura… y en cómo, a pesar de todo, logras q