El día avanzó con una normalidad engañosa. Aurora pasó la mañana organizando algunos documentos de Alexander en su despacho, disfrutando de la tranquilidad que por momentos parecía real. Pero la sensación de calma nunca duraba demasiado. Siempre había una sombra acechando, el recordatorio de que el peligro aún estaba cerca.
Alexander llegó al comando, donde su equipo ya estaba trabajando en descifrar los nuevos movimientos de Ricardo. Natalia y Mateo se encontraban frente a una pizarra llena de anotaciones y rutas potenciales.
—Tenemos algo —dijo Mateo sin preámbulos, girando su portátil hacia Alexander. —Interceptamos una comunicación entre uno de los hombres de Ricardo y una fuente desconocida. Mencionaron un "envío especial" para mañana por la noche.
Alexander frunció el ceño. —¿Alguna idea de qué contiene ese envío?
Natalia negó con la cabeza. —No lo sabemos todavía, pero el lenguaje que usaron sugiere que podría ser algo grande. Podría ser armas, dinero… o personas.
El pensamient