DANTE
Al día siguiente, fui a primera hora a resolver algunos asuntos con Georgina, mi publicista y una gran amiga. Estábamos en una cafetería cerca de su oficina, no quiso recibirme allí porque no quería una charla formal y eso solo significaba una cosa: tenía todo un cuestionario preparado para mí.—Sabía que entre tú y esa chica había o hay algo. Durante nuestra cena en ese restaurante no parabas de mirarla —dijo revolviendo el azúcar en su café con esa sonrisa de satisfacción—. Me lo negaste y dije, tal vez deba creerle, después de todo es la prometida de su hermano.Sentía que se me revolvía el estómago cada vez que escuchaba esa mierda de: “la prometida de tu hermano”.Carraspeé mi garganta y asentí.—Hubo algo, ya no hay nada —aclaré con un tono involuntariamente agresivo—. Y saciada tu curiosidad, ¿podemos ir al grano? ¿Vas a apoyar a Mario en todo lo que necesite?Ella cruzó sus piernas con