¿Qué hubiera pasado si ese celular no sonaba justo en ese momento?
Estábamos en el cuarto piso. Melisa estaba en la azotea respondiendo una llamada y Mario y Dante hablaban de los arreglos que harían en este espacio. Yo me encontraba detrás de ellos en completo silencio, mirando furtivamente a Dante sin que lo notara. Aún podía sentir su aliento sobre mis labios o el calor de su cuerpo envolviendo el mío.
—Okay, si en el tercer piso estará la zona de descanso y aquí la Stage Black, entonces esta es la que va a necesitar más arreglos —le dijo Mario.
—Sí, si queremos que sea muy exclusiva y diferente a la Gold —contestó Dante—. Y quiero que sea aquí por el acceso a la azotea, podemos hacer algo muy interesante allá.
Mario asintió, pensativo. De pronto se giró hacia mí.
—¿Tú qué dices, Harper? —preguntó, integrándome a la conversación.
Rápidamente quité los dedos de mis labios y parpadeé nerviosa.
—Ah… Bueno yo… —bajé la vista—. Tal vez un jacuzzi.
Mi voz salió baja, nerviosa. Pero no di