Cuando desperté, estaba de vuelta en el camarote, recostada en la cama. Mis sienes palpitaban y la luz blanca de la lámpara en el techo hacía el dolor más punzante. Dylan fue la primera persona que vi; él se encontraba a mi lado con una expresión de preocupación y alivio en su rostro.
Dijo que había sufrido un desmayo, luego me dio un beso en la frente y salió en busca del médico.
Recordaba claramente lo que había pasado. El zumbido en mis oídos se había ido, pero me sentía sin fuerzas, con una extraña sensación en el pecho, como si lo hubiesen presionado. Mi estómago se sentía vacío. Sin