La tormenta había amainado durante la noche, pero las nubes seguían cernidas sobre Eldoria como testigos silenciosos de la devastación que estaba por desatarse. Isabella despertó con el sonido de algo que no había escuchado en semanas: el murmullo de una multitud congregada en la plaza principal del palacio. No era el murmullo expectante de una celebración, sino algo más siniestro, más peligroso. El tipo de sonido que precede a los motines o a las ejecuciones públicas.
Se acercó a la ventana y lo que vio le heló la sangre en las venas. Cientos de personas se habían reunido portando carteles que incluso desde esa distancia podía leer: "¡Fuera la usurpadora!" "¡Sebastián, el pueblo te necesita!" "¡Muerte a la manipuladora!"
"¿Cómo...?" murmuró, pero la pregunta murió en sus labios cuando vio a Talia corriendo hacia