Liam parpadea varias veces, confundido, tratando de descifrar no solo las palabras de Amara sino la expresión que comienza a formarse en su rostro, una mezcla de determinación y algo aún más oscuro, más firme, como si dentro de ella hubiera despertado una fuerza que ni siquiera él había visto antes.
–¿Qué estás pensando? –pregunta finalmente, acercándose un paso, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera quebrar ese hilo invisible que sostiene la sala entera en suspenso.
Amara no responde de inmediato.
Se gira hacia la pantalla gigantesca, esa que todavía muestra la imagen congelada del rostro de Kate, con las gotas falsas de lágrimas brillando en sus mejillas, esa actuación casi quirúrgica con la que manipuló a millones de personas sin pestañear, mientras Liam y ella se hundían en el caos que Kate y Carlos habían planeado con una precisión escalofriante.
Amara observa esa imagen durante un largo silencio.
Luego habla.
–Si ellos quieren un juego psicológico… –dice desp