Denayt.
Nunca había deseado tanto salir de un lugar, como de esa mansión.
La máscara me sofocaba, me robaba el aire, los tacones me estaban partiendo los pies, y el murmullo constante de voces me estaban volviendo loca. Ni siquiera entendía cómo había logrado sobrevivir en medio de esa jauría de depredadores. Cuando Vincent tomó mi brazo sentí que al fin podía respirar de nuevo, nos dirigíamos a la salida, eso era bueno. Aunque él parecía más frío de lo normal, eso último que sucedió en ese salón no lo entendí. Todas esas palabras raras que decían, al parecer todos los de su especie acostumbraban a hablar así con palabras cortantes.
Cuando por fin cruzamos el umbral la brisa fría de la noche me acarició el rostro, por fin pude volver a respirar. Solté el aire que había acumulado durante esa eternidad que estuvimos allá adentro, habían sido quizás solo unas horas, pero para mí parecían días. Yo sólo quería correr, pero tenía que seguir con esa maldita mentira. La limusina ya nos es