Cuando salí de la mansión era de noche. El trayecto hasta el aeropuerto privado se me hizo breve, aunque mi cabeza no dejaba de dar vueltas. Siempre me causaba nervios subirme a un avión. Cuando empecé a subir las escalerillas lo primero que imaginé;
Vincent debe estar adentro.
La verdad me daba miedo viajar a un lugar desconocido sola. Mi único alivio era saber que Declan también viajaba conmigo. Una vez dentro del jet, noté a Gabriel y a mi profesor Esteban. Saludé y me acomodé en mi lugar. Respiré muchas veces. Para mi tranquilidad Declan se sentó junto a mí, incluso me ayudó a abrochar el cinturón. Esas cosas siempre se me olvidaban. Gabriel con una copa de champán y una sonrisa dijo.
—Relájate, ponte cómoda. Será un vuelo largo.
Y lo fue.
Casi doce horas atravesando el cielo. El sonido constante de los motores se mezclaba con mis pensamientos, demasiado ruidosos para dejarme dormir. Miraba por la ventanilla, viendo la nada inmensa, preguntándome qué hacía yo ahí.
Cuando por f