Capítulo 48: El juego de ajedrez.
El sufrimiento se había convertido en su combustible. Recordó la voz de La Cobra en su oído: "El dolor es solo un estímulo. Úsalo para enfocarte."
No devolvió el golpe a ciegas. Miró a su alrededor.
Sobre la mesa de preparación había un cuenco industrial lleno de sal gruesa.
Valentina hundió su mano sana en el cuenco.
Cuando la atacante avanzó para rematarla, sonriendo ante su victoria fácil, Valentina arrojó el puñado de sal con fuerza y precisión directamente a los ojos abiertos de la mujer.
El efecto fue instantáneo. La mujer aulló, soltando la espumadera y llevándose las manos a la cara, cegada por la abrasión química de la sal en las mucosas.
Valentina no se detuvo. Aprovechando la ceguera de su enemiga, cargó con todo su peso corporal. La empujó violentamente hacia atrás. La mujer tropezó y cayó de espaldas dentro del gran carro de basura orgánica que estaba abierto.
Cayó entre cáscaras de papa y restos de comida podrida, gritando y pataleando.
El silencio que siguió en la cocin