Pablo pudo darse cuenta del conocimiento de su vecina en la ciencia de las cartas. Las manejaba con bastante agilidad y se hacía evidente cómo no era ésta la primera ocasión en que las leía. En el fondo no creía mucho en esa clase de cosas, pero le parecía bastante simpático ver a una mujer tan encantadora, tan dulce y tan atractiva, haciéndolo. Pero por encima de todo, era consciente de cómo hasta el momento no había pasado por su mente ningún otro camino a seguir. Hubiese podido tratar de conocer más a fondo a Marize, su entorno, aquellos quinen la rodeaban, saber más sobre su día a día, pero sentía que si quería seguir escribiendo la segunda parte de su novela, no tendría la paciencia, ni la calma, y mucho menos la paz interior para hacerlo, si no resolvía antes el misterio encargado de acosarlo durante los últimos días. Además, se vería obligado a pasar mucho tiempo en compañía de la joven rubia, lo cual muy posiblemente terminaría molestando a su novio y al mismo tiempo a la pers