Salvador hojeó hasta detenerse en una página:
—Todo normal salvo esto… Mira: Luciana tiene un registro de detención y libertad bajo vigilancia.
—¿Qué? —Alejandro se quedó helado.
En tinta negra, en inglés, apenas una línea: Detenida durante algo más de tres meses; puesta en libertad anticipada bajo fianza. No se agrega información.
—¿No hay nada más? —levantó la mirada.
—Nada. —Salvador alzó los hombros—. Según Santiago, no es delito; queda como simple anotación.
El silencio cayó pesado. Tras esa única línea debía de esconderse algo enorme. Alejandro ya intuía que el trastorno de Luciana estaba ligado a aquel episodio.
Tres meses detenida. En Frankbram. Divorciada, sola, con una niña, extranjera…
¿Cuánta soledad y miedo?
¿Y Alba? ¿Dónde quedó mientras tanto?
Apretó los documentos hasta arrugarlos.
—Salvador… fui un verdadero imbécil.
Su amigo le palmeó el hombro sin saber consolarlo.
—Le dije a Santiago que, si quieres, rastree el expediente completo en Frankbram. ¿Lo hacemos?
Alejandr