Capítulo 966
—No es lata, Luciana. ¡Me encanta! —bromeó con una carcajada baja—. Dame chance de sentirme caballeroso.

Revisó el reloj; el mediodía se acercaba.

—Salgo ya. ¿Te busco en el hospital o en el hotel?

—En el hotel. Y maneja con calma; te sobra tiempo.

—Sí, doctora —respondió en tono juguetón.

Cortó con una sonrisa que no podía quitarse. ¿Eso fue… preocupación? Cierto o no, el comentario le alegró la mañana. Guardó el móvil, tomó las llaves y llamó a su asistente:

—¡Sergio!

—Aquí, Alejandro.

—Voy a Reeton. Encárgate de la agenda de la tarde.

—Entendido.

Alejandro salió a toda velocidad rumbo a la autopista. Llegó a Reeton antes de lo previsto; en vez de ir directo al hotel se plantó en el hospital y aguardó hasta las dos para recogerla.

—¿No ibas a esperar en el hotel?

—Se me adelantó la hora. Así caminas menos —explicó mientras le tomaba la mano.

Luciana no respondió; aceptó el gesto sin más. Recogieron su maleta en el hotel y enfilaron de regreso a Muonio.

Al pasar por una zona comercial
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