Capítulo 958
Había perdido la cabeza un segundo. Dios sabía que, al no ver a Luciana, su mundo pareció derrumbarse por segunda vez.

Unos minutos después Patricia volvió:

—Señor Guzmán, la señora Herrera salió poco después de las cinco.

—Entendido.

Alejandro asintió y se frotó el entrecejo.

¿Adónde se había ido Luciana? ¿Por qué no le avisó?

***

Al llegar a Reeton, el hospital envió a un par de residentes para recogerla. La acomodaron en un pequeño departamento para médicos visitantes, pero Luciana no descansó ni un segundo: se dirigió de inmediato al hospital.

Tras la evaluación inicial comprobó que faltaban estudios; dejó sus indicaciones y explicó que, cuando estuvieran los resultados, podrían hablar de la siguiente etapa del tratamiento.

Solo entonces se permitió respirar un poco.

Sacó el celular: una montaña de llamadas perdidas y mensajes.

Respondió primero a los de Martina y, cuando terminó, vio que el resto eran de Alejandro.

[¿Dónde estás?]

[¿Por qué no contestas?]

[¿Sigues trabajando?]

[¿Y
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