Capítulo 880
—Alejandro —lo llamó Juana, alzando la vista—. Te presento al que te comenté: el novio de Luciana… bueno, todavía no —añadió, guiñándole un ojo a Ciro—, pero yo digo que pronto lo será.

“¿Ah, sí…?”

Alejandro medía un poco más que el propio Ciro; lo observó por debajo de las pestañas, con esa elegancia casi displicente que dominaba.

—Mucho gusto. Alejandro Guzmán.

—Ciro Ramos, encantado.

Juana aplaudió la coincidencia:

—¡Ya que nos encontramos, por qué no comemos todos juntos? Entre más, mejor, ¿no crees, Alejandro?

Luciana abrió la boca para negarse; con ellos delante, el almuerzo le caería como piedra.

—Claro —se adelantó Alejandro, sin apartar la mirada de Luciana—. Señor Ramos, acompáñenos.

Ciro no respondió de inmediato; buscó la aprobación silenciosa de Luciana.

Juana, viendo la duda, se colgó amistosa del brazo de Luciana:

—¡Vamos! El gerente dijo que hoy la langosta y los caracoles están de muerte. ¡Me muero de hambre!

Y le quitó cualquier margen para rechazar.

***

El privado qu
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