—Hablas demasiado —replicó él sin comprometerse—. Ni comiendo te callas.
—¡Bueno! —Juana infló las mejillas, pero enseguida sonrió cuando Alejandro le depositó una lasca de pescado ahumado en el plato—. ¡Así se compensa!
Mientras comían, Alejandro atendió una llamada:
—¿En serio?… Muy bien, lo posponemos. No hay problema.
Luciana no entendía, pero Juana captó al vuelo:
—¿Se canceló la reunión de hoy?
—Sí, el director de Calibra Inversiones tuvo un imprevisto.
—¡Excelente! —aplaudió Juana—. Entonces esta noche eres todo mío, ¿eh? ¡Ni se te ocurra escapar!
Alejandro se limitó a mirar a la pareja enfrente.
—¿Qué tienes en mente?
Eso sonaba a “acepto”.
—Ya lo tenía planeado —sacó el teléfono—. Acompáñame al cine; ¡desde que nos conocemos no hemos ido!
Antes no eran novios; ahora… tal vez. Y una cita al cine es indispensable.
Alejandro ladeó la cabeza, poco entusiasmado.
—Suena aburrido.
—Anda, di que sí —suplicó, poniéndole carita, y de paso jaló del brazo a Luciana—. ¡Ustedes también! Dos