El miércoles, Luciana llegó antes que nadie a Serenity Haven. Dejó a Alba con tiempo de sobra, preparó su área de trabajo y revisó la lista de clientes. En cuanto llegó el supervisor, se acercó para recibir el registro del día.
—Luciana. —Él la miró con curiosidad y luego hizo un gesto señalando el documento—. Este cliente tiene cierto estatus, te sugiero estar atenta.
—No te preocupes. —Luciana sonrió—. Aquí todos tienen un alto perfil, ¿no crees?
—Pff —bufó el supervisor—. Sí, pero este sujeto, en particular, es de los que no duermen bien y, además, dice que nuestros masajes no le sirven para nada.
—Ya lo han revisado en el hospital; le recetaron pastillas para dormir y ni así. Obviamente, no hay manera de que uno o dos masajes milagrosos lo curen… Solo viene aquí a desahogarse con nosotros.
Luciana mantuvo la calma.
—No pasa nada. Mientras se descargue conmigo está bien. No tengo problema en escucharlo.
—Claro, tú siempre tan tranquila. Solo cuídate de que no te trate mal.
—Es traba