—¿Eh? —Luciana lo miró, confundida—. Pues… es algo sencillo, ¿no? De todas formas, ves a Mónica todos los días.
Él se quedó mudo por un segundo. Era cierto que la veía con frecuencia, pero no le gustaba cómo sonaba aquello. Le daba la impresión de que, a los ojos de Luciana, él estaba del lado de Mónica… como si ya no tuviera nada que ver con ella. Pero Luciana y él seguían siendo esposos; se suponía que el lazo entre ambos era mucho más fuerte. A su parecer, Luciana lo estaba malinterpretando.
—Luciana, yo con Mónica… —intentó aclarar.
Sin embargo, en cuanto escuchó el nombre de Mónica, Luciana frunció el ceño con un gesto de evidente incomodidad física.
—Necesito ir al baño. —Ella ya tenía varios meses de embarazo y, como era de esperarse, no podía aguantar demasiado.
Le entregó su bolso a Balma.
—¿Me lo sostienes un segundo?
—Claro, señora —respondió Balma.
Alejandro entrecerró los ojos, fastidiado mientras miraba cómo Luciana se alejaba. Ni siquiera le daba la oportunidad de explic