Debido a los exámenes médicos, Pedro había tenido que acudir en ayunas desde muy temprano. Alejandro, para evitar más negativas, decidió enfocarse en el chico:
—¿Qué se te antoja, Pedro? Lo que tú quieras, cuñado te lo consigue.
Pedro soltó una risita cómplice mientras miraba de reojo a Luciana:
—¡Hamburguesas! ¡Pollo frito!
El par de adultos se quedó en silencio un segundo, hasta que Luciana protestó.
—No. Eso no es nada saludable.
—Cuñado… —Pedro era muy listo y, en vez de pelear con su hermana, optó por hacerle ojitos a Alejandro, en plan “ayúdame.”
¿Alejandro iba a negar algo a su cuñado consentido? Por supuesto que no. Le había ayudado tanto que ahora lo protegía más que nunca.
—No te preocupes, Pedro, tengo una idea.
Por eso terminaron en un KFC cercano. Después de todo, pollo frito y hamburguesas eran la especialidad del lugar. Una vez ahí, Alejandro pidió que el personal de cocina preparara todo recién hecho. Pedro comió con auténtico entusiasmo. En cambio, Luciana, que no era