Capítulo 1657
—En el hospital hay auxiliares que pueden ayudar —frunció el ceño Martina.

—¿Y cuando vuelvan a casa? —replicó Salvador—. Conseguir un cuidador de confianza no era cosa de llamar y ya. Y en el caso de don Carlos solo hacía falta una mano para entrar y salir; contratar a alguien de planta no tenía sentido.

Martina también se quedó en aprietos.

Se abrió la puerta de la habitación. Laura salió, miró a los dos:

—¿De qué hablan?

Luego, algo apenada con Salvador:

—Salva, tu… digo, don Carlos quiere ir al baño.

—Claro —no dudó—. Ya entro.

—Ay, perdona la molestia.

—No es molestia…

Salvador empujó la puerta y entró.

En el pasillo, Laura y Martina se miraron; Laura soltó un suspiro:

—Dicen que el yerno es medio hijo. Ya veo por qué.

—¡Mamá! —Martina ya estaba sensible; aquello la irritó—. Él ya no es tu yerno. Nos divorciamos hace rato.

—Hija… —Laura siempre la defendía, pero tampoco iba a negar lo que veía—. No me digas que no notas que Salva no te suelta. Este año… te cuidó.

No pudo evitar ac
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