—No me preocupa que te molestes —dijo Ivana—. Mientras estuviste en coma, nadie sabía si ibas a despertar. Yo también pensé en el futuro de mi hijo. Pero él me dijo que no podía soltarte, que no tenía cómo empezar otra relación…
Apretó con más fuerza la mano de Martina y la miró con esperanza.
—Martina, todo esto te lo digo con el corazón de una madre —continuó, con la voz tomada—. Te pido otra vez, con toda la cara dura del mundo: Salvador ya cambió. Ahora está contigo al cien por ciento. ¿Podrías… podrías…?
La garganta se le quebró y no pudo seguir.
—¿Podrías darle una segunda oportunidad?
***
Al despedirse de Ivana, Martina regresó al hotel. En el baño, dejó que el agua tibia le corriera por el cuerpo. Cerró los ojos y, en la mente, se le encendieron escenas sueltas: Salvador y ella cuando se conocieron; después, el noviazgo, la boda… más tarde el divorcio, la separación…
***
A la mañana siguiente, Martina volvió a levantarse temprano para trotar. Salió por la avenida del hotel y to