Capítulo 1603
Salvador no había descansado en toda la noche. A primera hora ya estaba de pie.

La empleada había puesto café. Alejandro lo bebía con una parsimonia irritante; a Salvador le habría gustado que fuera vino.

—Estate quieto —dijo Alejandro, con los ojos adoloridos—. Deja de pasearte frente a mí, me cansas la vista. ¿Qué te preocupa? Luciana es médica; seguro la cuida mejor que tú.

Salvador soltó una risa incrédula.

—¿De veras crees que eso es lo que me preocupa?

—¿Entonces qué? ¿Que Luciana hable pestes de ti y se lleve a Martina? —remató Alejandro sin miramientos—. Pues te aguantas. Lo que diga, va a ser verdad.

—Tú…

Estaba a punto de echarle en cara que por tener esposa ya se olvidaba del hermano, cuando se oyeron pasos en la planta alta. Luciana bajó del brazo con Martina.

—¡Martina!

Salvador corrió hacia ellas y la miró con cuidado.

—¿Dormiste bien anoche?

—Sí —sonrió Martina, igual que siempre—. No hice ningún lío. Solo me dormí un poco tarde, por eso me levanté ahorita.

—¿Así de bien
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