Capítulo 1602
Alejandro lo entendió al fin, le dio una palmada en el hombro y no lo tomó a broma.

—Debería ser así.

Salvador le dirigió una mirada de soslayo y bromeó:

—Si me haces caso, tú tampoco deberías beber.

—¿Y eso? —Alejandro bebió un sorbo—. ¿También tengo que portarme como monje por ella?

—Ándale ya —se rió Salvador, medio insultándolo con cariño—. No te toca a ti. Lo que digo es que Alba ya está grandecita; si tú y Luciana por fin están bien, ya les toca ir por el segundo, ¿no? La familia Guzmán no es muy numerosa. Apúrense y encarguen otros.

—Por ahora, no —Alejandro negó y dejó la copa—. Un hijo no es una mascota.

—Alba creció y casi no estuve —añadió—. Ya lo hablé con Luciana: vamos a dedicarle unos años de verdad. Cuando esté más grande, vemos si le damos un hermanito.

Salvador lo escuchó y se le movió algo por dentro. Pensó en el bebé que Martina no llegó a tener; al final, ese lazo no había nacido.

—Está bien. Lo están pensando con cabeza y corazón.

A su hermano de vida, por fin, la
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