Capítulo 1595
Durante los dos días siguientes, Martina se durmió y despertó, volvió a dormirse y a despertar… y siguió igual.

No mejoró.

En su mundo solo reconocía a Salvador.

Por la tarde llegó de nuevo el médico naturista. Le hizo una revisión minuciosa.

A diferencia de la vez anterior, Martina cooperó mucho más; le faltaban seguridad y confianza, y cada tanto miraba a Salvador. Al final, él le tomó la mano. Solo así se calmó.

El médico miró a Salvador.

—Llévela a dar una vuelta.

Era la señal de que quería hablar a solas del cuadro.

—Está bien.

—Salvador… —Martina no era tonta, solo había perdido la memoria. Entendió lo que pretendían—. ¿Puedo quedarme?

Salvador le sonrió con suavidad y le acarició la sien.

—Regalo no ha dejado de ladrar. Ve a acompañarla, ¿sí? Sácala un rato al jardín.

Era un no.

Martina hizo un puchero.

—Bueno.

A regañadientes, se levantó y fue a buscar a la perrita.

Apenas salió, el aire se volvió denso. Salvador frunció el ceño.

—Dígame.

—Verá… —el médico le explicó con detall
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