Enzo regresó en seguida.
—Llegaste —Lucy lo recibió en la entrada, lo tomó del brazo y le pidió en serio—: Don Miguel lleva un rato esperando. Sea lo que sea que venga a pedirte, si puedes ayudar, hazlo; y si no, por favor, busca una manera.
Apenas dijo dos frases y los ojos se le humedecieron.
—Entiendo —Enzo apretó su mano, conmovido—. Si Luci fue quien lo sugirió, es como si ella misma nos lo pidiera. No me voy a desentender. —Respiró hondo—. Tranquila, haré todo lo posible.
Se recompuso y fue a recibir a Miguel.
—Don Miguel.
Miguel hizo ademán de incorporarse, sosteniéndose en el bastón.
—Señor Anderson.
Enzo se sorprendió un instante; que el viejo conociera a fondo su linaje le confirmó que el asunto era serio.
—Por favor, siéntese. Hablemos con calma.
—Bien. Verá, el tema es este, yo…
Cuando Miguel terminó de explicarse, Enzo ya había atado cabos.
—La Banda H.
Alzó la mirada hacia Lucy. Ella curvó los labios en una sonrisa breve y gélida. Era algo que ambos entendían, pero no era