Capítulo 1125
—Tch… —Alejandro soltó una risa fría—. Si de veras ése fuera el motivo, es un chiste macabro: todo lo que le hicieron a Luciana sin la menor razón.

—Olvidemos eso por ahora; come algo —añadió, tomando su mano.

Entonces percibió que estaba helada.

—¿Qué pasa? —alzó la mirada; supuso que era el susto. Cualquiera temblaría en su lugar—. Tranquila. Ya hablé con Enzo; si él está implicado, lo resolverá. En cuanto estemos de vuelta en Ciudad Muonio, estaremos seguros.

—Estoy bien —sonrió ella, aunque lo que sentía no era miedo a la banda H, sino…

—Entonces come. —Alejandro quiso servirle sopa. Pero al tomar la cuchara el brazo le tembló; el utensilio cayó al cuenco y el caldo salpicó.

—¡Ah! —Luciana se levantó de golpe—. ¿Te quemaste?

—No… —frunció el ceño, mirando el temblor—. ¿Qué me pasa?

—El veneno de la serpiente se quedó demasiado tiempo en tu cuerpo; aún tienes parte del sistema circulatorio adormecido —explicó ella en voz baja—. Igual que tu pierna: llevará tiempo recuperarte.

—Entie
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