Capítulo 1114
Luciana, entre niebla y realidad, alcanzó a escuchar. Aunque no distinguía sueño de vigilia, se esforzó y murmuró:

—…Ajá.

—Qué linda. —Alejandro aspiró hondo y fingió soltura—. Al final, ¿ves? De todos los que te buscaban, el más fregón fui yo. Eso solo prueba que nacimos el uno para el otro; nadie más podría dar contigo.

—…Ajá.

Él parpadeó. ¿Respondía porque lo entendía o solo por inercia?

—Oye —acomodó su peso en la espalda—, te hablo en serio, nada de monosílabos.

—…Ajá.

Concluyó que, pese al agotamiento, su mente estaba clara. Carraspeó, nervioso:

—Dime la verdad: tú también me quieres, ¿cierto?

Silencio.

Claro, pensó; esa sí que no la contesta.

—Ja… —se rio de sí mismo— Olvida lo que dije.

—…Ajá.

Justo cuando desistía, la afirmación susurrada lo dejó helado. Se detuvo y quiso verla, pero la luz del teléfono no alcanzaba. Tragó saliva.

—¿Entonces lo reconoces? ¿Me quieres?

La pausa se alargó una eternidad.

—…Ajá.

Y, con un hilo de voz, ella articuló:

—Que rerte.

El mundo se encendi
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