Capítulo 1137
Al día siguiente Luciana empezó a empacar.

Con todo dicho, cuanto antes se marchara, mejor.

Su propio equipaje era mínimo: sólo las pocas cosas que había traído; todo lo que Alejandro le compró quedaría allí. Lo complicado era Alba: cualquier madre sabe que la niña trae “media casa” encima.

Mientras guardaba ropa y juguetes, Patricia y Elena la vieron pasar cargando cajas; se alarmaron.

—Señora Herrera… —Patricia se acercó en voz baja—. ¿Qué ocurre? Las parejas discuten, sí, pero no se termina una relación por un pleito. Si se separan cada vez que chocan, el amor se desgasta.

—Lo sé. —Luciana sonrió con cansancio—. No es una pelea: es… una ruptura.

—¿Cómo? —Patricia quedó muda; Elena también—. Pero si ustedes se adoran.

—Eso parece. —Elena frunció el ceño—. He trabajado en muchas casas y jamás vi una pareja más unida.

—¿Es un malentendido? ¿Señor Alejandro hizo algo que la lastimara? —insistió Patricia.

—No —negó Luciana—. Él es maravilloso; yo soy el problema.

¿Cómo explicar lo inexpl
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