Ana rie suavemente, el humor de Gregory la relaja.
—No bromeés.
— No lo hago. Así podrías pagarme más fácil lo que me debes y yo sería muy feliz —le dice, sintiéndose un poco más a gusto.
—Exactamente, te debo mucho —responde ella, riendo.
—Solo si prometes no dejar de escribir puedes darte por paga. Quiero que te dediques a eso y que te conviertas en la autora que mereces ser. Tu libro se ve emocionante con solo leer la sipnosis.
Con un suspiro de gratitud, Ana asintió. El apoyo de Gregory significaba más de lo que podía expresar.
—Te prometo que seguiré escribiendo —dice, sintiendo que una chispa de esperanza encendía su corazón—pero igual te debo mucho.
—Dame un momento—le dice Gregory mientras le da la espalda.
Gregory toma su celular y comienza a hacer algunas llamadas frente a ella. Mientras hablaba con sus contactos, Ana lo observa, admirando su determinación y la forma en que manejaba el mundo de los negocios. Se sentía agradecida de estar a su lado en ese momento, pero tambié