Un destello de maldad pasó nació en los ojos de Teresa. Las lágrimas en sus ojos ayudaron a ocultarlo muy bien.
César miró hacia ella, serio. ¿Perla le había llamado cuando estaba en el reservado?
—¿Por qué no me dijiste antes? —preguntó César, con voz molesta.
Dejó a Teresa y corrió rápidamente hacia el auto para revisar su teléfono.
¿Había algo urgente? Si no, no habría llamado. ¿Acaso había discutido con William?
Pensaba en esto mientras tocaba la pantalla, pero se detuvo justo antes de hacerlo.
—Clara, ¿crees que Perla se enojará si no le contesto?
—Clara no está —respondió Rajiv.
Ah, claro, Clara no estaba. César recordó que si ella no lo hubiera estado, no habría esperado hasta llegar al restaurante para saber que Teresa estaba acompañando a César en su compromiso.
Clara había sido despedida, y el puesto de asistente de director ejecutivo había quedado vacante. Fabio, recomendado por los altos directivos, había sido el favorito, así que César le dio ese puesto directamente.