¿Será que en estos cinco años, César dejó de entrenar y su cuerpo ya no está como antes? ¿Y por eso Perla lo mandó a volar?
No se quedó bajoneado mucho tiempo. Él mismo se animó. Al final de cuentas, el plan funcionó, ¿o no?
Después de comer, César recogió todo. Fue guardando los platos uno por uno para que los guardias los llevaran de vuelta. Era la primera vez que hacía algo así, pero se movía con soltura, como si lo hiciera a diario. No lo sentía como algo indigno, más bien le daba una especie de paz hogareña.
Perla estaba recuperándose y él estaba ahí para cuidarla.
Cuando terminó, agarró una toallita húmeda, limpió la mesa del centro y la tiró al basurero. Luego le alcanzó las medicinas y el vaso de agua que tocaba después de comer. Cuando vio que ella ya había terminado, se sentó a trabajar.
Sonó el teléfono. Era una llamada internacional. Clara.
Como no quería molestar a Perla, se fue al balcón para contestar.
—Presidente, ya tienes en el correo la última versión del borrador de