Alba
La atmósfera en la sala se vuelve más pesada, cada respiración parece suspendida. El desconocido no aparta la mirada de mí, y siento el peso de su atención sobre mí, escrutando mis reacciones, tratando de adivinar mis intenciones. Giulia permanece cerca de mí, sus ojos brillando con una curiosidad calculadora, su sonrisa siempre provocativa, pero por primera vez, percibo un destello de preocupación.
— Antes de continuar, dice él, su voz baja y glacial, es tiempo de que sepan a quién se están enfrentando.
El silencio es inmediato. Todas las miradas se dirigen hacia él. Incluso Sandro, habitualmente impasible, frunce ligeramente el ceño, visiblemente sorprendido por el tono solemne del hombre.
— Me llamo Marco Bellanti, anuncia finalmente, fijando sus ojos en Sandro, luego en mí. Algunos de ustedes ya me conocen por mis negocios en Milán, pero muy pocos saben que he estado aquí durante meses, observando, evaluando… y esperando el momento adecuado para actuar.
Un murmullo recorre la