AlbaHay un sabor que nunca olvidaré.El de la sangre, cuando resbala sobre la lengua. La mía. La de los demás.Hoy, tenía un sabor a traición.— No tienes derecho a estar aquí, murmuré, dedo tenso en el gatillo, corazón en llamas.— Y sin embargo estoy aquí, teniente Carini, respondió él con calma, las manos en los bolsillos, como si hubiera sido invitado.Sandro De Santis.El heredero de la familia más poderosa de Europa. El hombre al que perseguía a distancia, en secreto, como una leyenda que solo se nombra en susurros.Y estaba frente a mí. En ese almacén en ruinas en la frontera norte.Vestido con un abrigo negro entallado. Ningún guardia a la vista. Seguro de sí mismo. Seguro de lo que era.Un depredador.— No sé quién te vendió mi nombre, pero si das un paso más…— ¿Vas a disparar? ¿Sobre el hombre que tu padre eligió para ser tu esposo?Mi dedo se congeló.Una grieta se abrió en mi cabeza.Un aliento, un vértigo, luego... la nada.— ¿Qué acabas de decir? gruñí.— Lo has oído b
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