Alba
El mundo exterior ya no existe. Solo estamos nosotros, nuestros alientos entrelazados, nuestros corazones latiendo al unísono. Sandro me sostiene contra él, cada gesto es medido, cada movimiento es una caricia, una promesa, una exploración. Conoce cada parte de mi cuerpo y, sin embargo, cada contacto parece un nuevo descubrimiento, delicioso y ardiente.
— Alba… murmura, su voz grave y cálida deslizándose contra mi piel como un viento suave y ardiente a la vez. Quiero saborear cada instante… cada escalofrío… cada suspiro.
Cierro los ojos y me abandono. Su calor, su peso, la sensación de su piel contra la mía… todo se convierte en una ola que me envuelve. Avanza lentamente, cada movimiento calculado, cada caricia una explosión contenida, cada aliento un susurro que me hace estremecer.
Sus labios rozan mi nuca, descienden por mi hombro. Gimo, sorprendida por la paciencia infinita de cada gesto. Cada contacto es preciso, medido, pero de una intensidad que consume y cautiva a la vez.