La primera vez.
Arthur Orlov.
Intento caminar recto y decidido por el camino de vuelta a la SUV, pero el calor y la tensión en mi polla es insoportable.
Ni siquiera puedo calmarme con la rabia ante el error que he cometido. Parece que mi cerebro y mi cuerpo están completamente separados.
Visualizo la SUV, llego, y me adentro cerrando la puerta con fuerza.
Tengo que carraspear la garganta antes de hablar.
—Al bufete.
Mi hombre asiente dándome una mirada por el retrovisor y lo esquivo. Mi mano derecha desnuda está tan caliente, llena de sus jugos, su olor. Extendida en el cuero del asiento, no puedo evitar darle una mirada. Entonces mi polla palpita, furiosa, pidiendo atención.
Quiero mantener el control de esto. Mi respiración se agita. Pienso en todas las cosas que me molestan, para bajar la erección, pero es imposible. Todo es reemplazado por la imagen inmediata de nuestro momento hace unos minutos. Su voz llamándome. Su cuerpo retorciéndose. Sus lágrimas por el pudor, la vergüenza, y yo, abriéndome