Capítulo 3 Entre Anhelos

Coby colocó sus manos sobre el hombro de Kiki.

-Soy atractivo, ojos hermosos, personalidad arrasadora-.

Decía esto mientras llegaban al comedor tomando su lugar para cenar. Reía de buena gana, era apuesto, ojos hermosos, cuerpo atlético, alto, una voz sexy… dejaba suspirando a las chicas del taller cuando iba por ella.

-Creo que nunca se casará, tiene un pretendiente…pero es como su alfombra-.

-Un tapete decorativo-. Su hermano reía a carcajadas.

-Si, tal cual, un lindo tapete felpudo-.

-Vaya…que mujer más interesante-.

-Eres un tonto, querer ser tapete…Ohhh… que mujer tan afortunada, yo ni un pequeño peluche tengo-.

-No te gustan, papá te trajo varios y siempre terminaron subastados-.

Reía con aquella felicidad tan suya.

-No importa nunca me ven, soy tan invisible, solo Marga me puede ver para ordenarme trabajo-. Movía su cabellera con soltura.

-Mejor es que te rías… me encanta Marga y es seguro que la conquistaré-.

-Atrevido-.

-Más le gustaré-. Sus dedos lanzaron un beso al aire.

Después de cenar, cada uno se iba a su habitación, al pasar por la habitación de su madre Kiki echó un vistazo, estaba dormida y con una copa en su mesa de noche. Algo habitual últimamente en casa.

Su madre no superaba la separación temporal que atravesaba en aquel instante. Un amor, un beso, una noche de pasión le harían bien. Hizo una pequeña mueca para encoger sus hombros, su super conservadora madre le daría un ataque si pudiera leer su mente.

No quería opinar nada sobre su padre o su madre, la verdad era que tenían que resolver sus asuntos sin involucrarlos. Pero los rumores sobre una supuesta infidelidad por parte de Keili eran fuertes. Su padre Armand, jamás expresó palabra alguna sobre el tema. La familia mantenía sus secretos a resguardo, inevitablemente en algún momento ese asunto seria expuesto. Su madre evitaba el tema por completo mientras que su padre lo ignoraba a propósito.

Kiki pasaba por la cocina para tomar su jarra de agua camino a su habitación.

El padre de Kiki vivía en Beaufort, su tienda de materiales era todo un orgullo, le había ofrecido muchas veces que trabajara en ella, la tienda ocupaba toda la primera planta, en la segunda planta había construido un hermoso departamento cómodo, con buena luz, cocina que daba a una terraza, dos habitaciones, dos baños, una confortable sala comedor con su balcón, a veces venían esos momentos que soñaba con irse. Seguía pensando que lo mejor era ahorrar algo más y comprar la pequeña tienda del abuelo, de esa manera quedaría en familia.

No eran adinerados, pero tenían sus comodidades, lo cual era motivo para estar agradecidos, había familias que la pasaban realmente muy mal, como era el caso de su amiga Nita Munt, hubo días que Kiki le llevaba a casa a cenar, al irse siempre le hacía algún buen paquete para que llevara.

Le gustaba Beaufort porque poseía ese encanto de todo pueblo sureño; casonas, arboles cubiertos de musgo, un lugar costero pintoresco en Port Royal Island.

Lo que distinguía a Beaufort era la cultura Gullah local, raíces que venían de la conocida costa del arroz en el occidente de África. También tenía un sinnúmero de deportes acuáticos, así que podía hacer planes de tanto en tanto para escapar un poco de la monotonía, disfrutando de las aguas cálidas del lugar, si de comida de mar se trataba… nada como Saltus River Grill, era un lindo y campestre lugar. Su padre deseaba que ella se fuese a vivir a Beaufort y Kiki no descartaba del todo la idea.

Kiki era auxiliar de enfermería, los últimos meses había estado presentando solicitudes para una clínica en el centro de la ciudad, se había postulado a varios anuncios, y sin suerte alguna, porque…nunca llenaba los requisitos. Le decían que era perfecta para el puesto, pero nunca la llamaban.

Nita su mejor amiga era secretaria en una pequeña clínica dental, aquel trabajo le ayudaba a sustentar la casa y los gastos.

Elsy la madre de Nita realizaba trabajos de costura para la señora Marga desde casa, los abuelos de Nita tenían un pequeño negocio de café y pan casero. Era el mejor en toda la zona, eran personas amables y encantadoras.

La señora Elsy había dado a luz muy joven, de hecho, eso detuvo sus estudios, motivo por el cual se casó con el padre de Nita a los diecisiete años. Su padre trabajaba en otra ciudad, descansaba una semana completa al mes, era una familia unida, amorosa y sin problemas mayores. Los abuelos de Nita les dieron el terreno del fondo de su casa para que construyeran, vivían agradecidos con los abuelos por el detalle, ante la enfermedad de su madre, no hubo otra alternativa para ellos que detener la obra, trabajaban de sol a sol para terminar los pequeños detalles.

La madre de Nita había ganado una dura batalla contra el cáncer, se veía de buen aspecto y semblante sano, mantenía los cuidados y con ayuda de todos se recuperaba a paso rápido.

Nita estaba siempre al cuidado de su madre, sus padres no pudieron tener más hijos, aunque siempre decían que tres era el número de hijos que les hubiera encantado tener, era una pareja unida, sólida y enamorada, su hija les llenaba de admiración y elogios.

Kiki se sentía feliz de tener una amiga y hermana afectiva como Nita.

Keili despertaba a media noche con una ligera crisis de nervios, las luces estaban apagadas y no había ruido alguno, lo que le daba a entender que todos dormían.

La copa vacía en su mesa de noche, era un recordatorio de su gran soledad, no estaba segura si quería el divorcio o estar separados por algún tiempo… tiempo para calmar las altas mareas. Ella no podía evitar tomarse las cosas como si nada hubiese pasado entre ellos, era una nube muy oscura sobre su relación.

Revisó su bolso con bastante desespero, ya no le quedaba dinero para ir por una botella, por lo visto tendría que esperar que su marido le diera su mensualidad a fin de mes, Kiki y Coby le daban un sobre en cada quincena para sus gastos, su hijo Coby se encargaba de los gastos del hogar. Tenía su propio negocio y no le iba nada mal.

Le asustaba la soledad de por vida, era abrumadora y pesada. Posiblemente entre ella y Armand surgiera una oportunidad de reconciliarse, era cuestión de ceder un poco ante las ventajas que jugarían a favor de ella; Atender el negocio de su marido, remodelar la casa, manejar las cosas y tener algunos beneficios económicos.

En una ocasión pasaron todo un fin de semana en casa de su marido co los chicos, notó que varias mujeres rondaban a Armand… algo que no le causó gracia.

Keili abrió la puerta del balcón para ver las luces de la ciudad, desde allí se admiraba la gran avenida, los nuevos edificios y el parque de diversiones a lo lejos, la casa estaba al final de la calle y desde allí la vista era maravillosa.

En la primera planta quedaba la tienda de vivires de su hermana Helen y dos locales más, la tienda de calzado del señor Pat y la farmacia de la señora Bet. En la segunda planta dos departamentos, el que pertenecía a su hermana, el otro estaba rentado a un joven ingeniero

En el tercer piso su casa, con balcones y terraza al costado, luego al fondo un pequeño departamento el cual estaba en remodelaciones.

Entre Kiki y Coby habían remodelado el jardín y la terraza, Armand les había hecho un ascensor para comodidad de todos, era luminoso y acogedor en general. Las flores le daban toque de elegancia y belleza a la casa. Bajo un techado de madera estaba el comedor donde solían darse el gusto de desayunar a menudo, festejar y hacer cenas con los amigos.

Suspiró con algo de cansancio en sus hombros, su adolorido cuerpo no soportaba estar mucho tiempo de pie, cerraba la puerta ventana del balcón para ir directo a dormir, le vendría bien, su cabeza le daba vueltas como si fuera a estallarse.

Muchos pensamientos giraban en su mente, aquella nostalgia que sentía era aliada de su desdicha, le lastimaba sin dar tregua, para rodearse de un poco de paz y serenidad ante la actual condición de su matrimonio. Se quedó dormida por el cansancio. Y así la noche envolvía a todos, diferentes vidas y pensamientos, aunque algo en común. Vivir bajo el mismo techo, guardar secretos y no darle paso a una sincera platica de familia.

Alan tomó las llaves con el propósito de marcharse rápidamente, no deseaba estar presente en el desayuno…pero era un caso perdido; Sus padres se adelantaban ágilmente para interceptarle justo en el momento que planeaba marcharse, el desayuno era pretexto para indagar su vida a propósito, lo que era molesto e incómodo, las preguntas eran más que obvias…como también las insinuaciones sutiles de una futura boda. 

Su padre descendía en aquel momento por la escalera sin causar el menor ruido.

-Buenos días hijo, no creo que estés ausentándote sin antes tomar el café con nosotros, tu madre te hizo preparar huevos con jamón, pan francés con queso y orégano bañado en aceite de oliva, batido de fresa, y tu porción de ensalada…Mamá fue muy considerada de su parte… Creo que a Francis no le gustará saber que trabajó en vano-.

-Solo iba a colocar unas cosas en el auto, generalmente siempre dejo algo olvidado-. Dejaba todo en el baúl del auto, y ante la mirada de su padre, no tuvo más remedio.

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