Elise
Alessio se quedó conmigo un rato, intentando que me tranquilizara y volviera a la realidad. Por suerte, lo logró con sus sonrisas y chistes malos, algo que le agradecería toda mi vida.
—Ya me siento mejor —le aseguré—. Quiero conocer a mis bebés.
—En un momento los van a traer.
—¿Pero no están en incubadora? —pregunté con nerviosismo.
—Solo los metieron un rato, pero están tan bien que los van a traer ahora.
—Tengo miedo, Alessio, tengo miedo de que no estén, de que…
—Te juro que están. ¿No confías en este idiota? —preguntó.
—Sí, sin dudarlo —dije de inmediato—. Por favor, haz que los traigan, ya no puedo más.
—Está bien.
—¿Y Alistair?
—Mika se lo llevó, pero más tarde volverán. No te angusties.
Asentí con dificultad, deseando que no me dejara sola, pero sabía que tenía que soportarlo. Tenía que ver a mis hijos, tenerlos en mis brazos.
—No pudo ser real, él no estaba aquí —susurré cuando me quedé sola—. Solo fue la anestesia.
Me llevé la mano al vientre, que aún estaba un poco i