Eva
—Vamos, vamos, por aquí —le decía a los ex prisioneros que habíamos sacado de las mazmorras. Algunos se habían desmayado, la mayoría estaban cansados, abrumados. Ágata tuvo que atender a la mayoría, mientras otros avanzaban tratando de buscar ayuda.
—Creo que si pasába unos días más, estarían muertos —decía mi amiga.
—Ahora que lo pienso, debían estar bastante desesperados para irse con una hechicera y una vampira —le respondí, y ella se rió, pero era completamente cierto.
En poco tiempo me di cuenta de que algunos guerreros de Sombras de la Noche se habían dado cuenta de nuestro escape y venían detrás de nosotros. Escuché algunos disparos y me coloqué en la retaguardia.
—¡Malditos! —grité mientras aguantaba las balas que seguramente tenían wolfsbane, pero que a mí no me hacían nada.
—¡Rápido! ¡Continúen! —le dije a Ágata, que no perdió el tiempo y empezó a apurar el paso. Hombres y mujeres agarraron a los niños que podían, mientras yo me fui a atacar a los sinvergüenzas que no