Eva
—Mi dama hermosa, tranquilízate, por favor —me decía Cachorrito. Nora corría hacia ellos, encantada de volver a ver a su hermano.
—¿Sabes qué ocurrió la última vez que alguien me dijo que me tranquilizara? ¡Murió! —grité, y él estaba alarmado. Pero mi problema no era este rubio, que juro me hacía ojitos que me hacían dudar hasta de mi nombre, sino con este alfa.
—Primero el Consejo, tu estúpido padre y gusano medio hermano se asentaron aquí exigiendo, pidiendo tu cabeza luego de salir corriendo como un animal salvaje y desaparecer. ¡Y no volver por días!
—Eva, entiendo que… —decía Damián, pero yo lo interrumpía. Cachorrito se quedaba en medio interfiriendo, protegiendo a su alfa como si yo fuera a descabezar. Ahora que lo pienso, aún esa opción no está fuera de la mesa.
—Shh, shhh, shhhhh ¿Sabes quién tuvo que venir a interferir? ¿Alguna idea? —preguntaba en voz alta, y no le daba tiempo a responder—. ¡El rey mismo! ¡Alaric I! Y resolvió todos tus desastres.
—El rey, por todos l