Damian
No había palabras para describir el momento en que me encontraba. Mi equipo ya sabía que Julieta era mi Luna, su Luna. La querían, respetaban y admiraban. Ella había sabido ganarse el cariño y la confianza de todos con su inteligencia, fuerza y amabilidad. Para mí, era el complemento perfecto. Les contaba lo ocurrido y estaban alarmados; Ágata incluso había intentado averiguar más usando el poder del aire cerca de los Herejes.
—Ese trato, hermano… y un pacto de sangre —dijo Nora al ver la herida en mi mano.
—Debo decir que fue una locura. Lo entiendo, alfa, tenías que sacar a nuestra Luna, pero fue muy arriesgado. Ellos harán todo para que pierdas y así quedarse con la ciudad —indicó Octavio.
—Es lo que más han querido. Sea como sea, buscarán ganar —suspiró mi hermana.
—Lo sé… pero ahora no estoy seguro de si desean más a Julieta que el territorio —respondí.
—¿Nuestra Luna?
—En nuestra discusión, alfa Pascal mencionó a las Lunas poderosas… Lunas humanas.
—¿Creen que Julie