Damian
—Dile la verdad —me susurraba Ronan.
Esta reunión había sido complicada. Necesitábamos tomar acción lo antes posible. Habíamos dedicado demasiado tiempo a esperar, a concentrarnos, a sumar fuerzas, a organizar todo, y ahora el tiempo estaba en contra. Tenia certeza de que Ricardo no dudaba, no se detenía a pensar los pros y los contras. Simplemente movía su mano y hacía que sucediera, sin importar las consecuencias. Y eso, en este momento, le era ventajoso. Y sin embargo, era lo que nos diferenciaba. Yo nunca pondría en peligro a la gente que confiaba en mí, a la gente que dependía de mí.
Mi madre siempre me decía que los hombres se miden no por sus palabras, sino por sus acciones. Y vaya que ella lo había aprendido de la peor forma. Mi padre le habia prometido las estrellas y la había dejado, sin importar nada.
Y en cuanto Julieta aparecía, hermosa, con esa fuerza sobrenatural que la caracterizaba, y vi que tenía ese baúl en sus manos, supe que iba a haber problemas. Que yo, u