Capitulo 127: La pérdida

Ricardo

—Alfa, necesitamos investigar.

— No debimos dejarlos solos.

—La Luna y el alfa… —decían mis guerreros.

El aire olía a tierra húmeda y a despedida. Frente a mí, dos montículos de tierra fresca marcaban el final de todo lo que alguna vez había sido mi hogar. La lluvia caía despacio, como si el cielo también dudara en tocar esa tierra maldita. Mis manos temblaban, no de tristeza, sino de una furia tan densa que apenas me dejaba respirar.

Me había concentrado en tomar el control de mi manada, en destruir a mi hermano, en perseguir a mi hermana. Había una hechicera suelta que sabía que era terrible, cazadores… demasiados problemas y ahora esto.

Lo sentí; todos lo sentimos. Mi padre era un alfa débil, pero era el alfa. Cuando murió, no me extrañó; iba a suceder tarde o temprano. Era mi secreto, mi gran secreto: le había ido quitando el poder poco a poco. Mi idea era debilitarlo, que por su propia voluntad me dejara el poder, que me ayudara en el estúpido reto. Pero el viejo alfa
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