Julieta
La hechicera me había soltado, me había dejado ir. Dijo que no sabía qué hacer conmigo, me preguntó qué era yo. ¿A qué se refería con eso? Petra observó mi marca y me miró con esos ojos extraños.
Era un prisionero de los Herejes de la Noche. ¡Era un hombre! Pero tenía esos ojos tuquesa, ese anillo con la piedra negra. Era ella. Realmente estuvo prisionera y le hablé del ónix; ella no lo sabía. Los Herejes la habían atrapado. Félix, el lobo enemigo de Eva, debía estar buscando hechiceras. Pelear hechiceras contra hechiceras. Debió pensar que era la solución. En la guerra pasada hubo un choque tremendo de poderes. Los lobos como él sabían que estábamos entrando en un nuevo mundo, uno donde los lobos no eran los únicos. Tenían que defenderse, y qué mejor que una hechicera a su lado. Pero quisieron manipularla. Petra no era alguien con quien meterse, aquí estábamos, pagando las consecuencias.
—Me ayudaste a huir… y yo haré lo mismo. Te daré una oportunidad, Luna. Si es que puede