EMILIA (PRESENTE)
No podía verlo, no después de lo que me contó.
Ahora lo entendía todo y no lo culpaba por haberme evitado durante todo ese tiempo. No supo como enfrentar su ira, su resentimiento por la muerte de su madre. Me había visto como su canal de venganza, que le daría la paz si me hacía pagar a mí por la muerte de su madre.
Sentía las entrañas retorcidas, como si algo dentro de mí se hubiera fracturado para siempre. Me dolía la sangre. Me dolía el nombre que llevaba e incluso mi existencia. No, no podía verlo a la cara por la pu**ta vergüenza que estaba sintiendo en ese momento.
Me encerré en el baño tan pronto terminó de contarme la historia de infidelidad de nuestros padres. Sin decir palabra, apenas cerrando la puerta con el seguro tembloroso. Me miré al espejo y lo que vi fue a ella, a Cecilia, mi madre, la mujer que, sin quererlo, cambió el destino de todos con una sola decisión. No podía negar el parecido con ella.
Era su hija. Y eso bastaba para sentirme como una int