EMILIA
Era un amor de verano en la adolescencia. Habían pasado doce años y yo solo tenía en mente a Brandon. Adam siempren fue aquel niño con el que perdí mi virginidad y nada más, en cambio mi esposo. . . A pel lo había admirado y amado desde el día uno en que se cruzó por en mi camino.
Miré a Adam en silencio. No porque no tuviera nada que decirle, sino porque las palabras correctas sabían esconderse cuando más las necesitaba.
— Fuiste real, Adam —. Dije al fin, con un tono sereno, pero firme—. Fuiste un amor esporádico de verano. Con el que tuve mi primera vez. La primera experiencia no se olvida, así como mi primer beso.
Sus ojos se oscurecieron. No de rabia. De decepción.
No se lo esperaba. Tal vez en su cabeza yo aún era esa adolescente impresionable que lo veía como el chico brillante con sonrisa fácil. Tal vez creyó que el tiempo había dejado el recuerdo intacto.
— ¿Eso es todo lo que fui? —Murmuró, apretando la mandíbula. Su voz tenía ese filo que corta sin gritar— ¿Un epis